La colectividad es una reunión temporal de personas
que reaccionan juntas a un estímulo, es un medio potencial para despertar emociones
y para alentar su expresión. La mayor parte de las formas del comportamiento de
un grupo de individuo no están estructurados, no tienen reglas, tradiciones,
controles formales, lideres designados, ni pautas establecidas que sigan sus
miembros. El comportamiento de la colectividad se vuelve algunas veces
violento, es calificado como irracional, suele estar dirigido a metas, algunas
veces con mucha inteligencia y en esa medida puede ser completamente “racional.
Los individuos
pueden ser puestos en un estado tal que su personalidad consciente es
transformada, al grado de que obedecen todas las sugestiones del evento
hipnotizador (en algunos casos la impresión del delito que se observa), y le
sume en tal estado, llegando a realizar actos “delictuosos”, o “contrarios a su
carácter y a su educación o hábitos”.
El comportamiento colectivo presenta emociones,
resentimientos y prejuicios en que los miembros
pueden hacer cosas que no harían por lo general, pero quisieran hacerla
y al encontrarse con un grupo que también le gustaría hacer eso mismo,
aprovechan la oportunidad para realizar el acto, en el que ningunos de los
implicados son culpable.
Él
estimulo emocional y la colectividad de individuos también permite a sus
miembros a expresar los impulsos, hostilidades, agresiones y furias que han
reprimido y no han expresado en momentos de calma. Las personas que se
encuentran en un disturbio pueden despojarse de inhibiciones y pueden
despedazar cosas sin ningún sentimiento de culpa.
El comportamiento integrativo de multitudes
frecuentemente se alienta del contagio emocional y puede ofrecer la liberación
de emisiones y tensiones que ordinariamente no se encuentran forma de
expresarse.
“La
acción colectiva tiene una lógica diferente a la acción individual”, así lo
expresa el Psicólogo José Natanson en unos de sus estudios publicados en la web, al analizar el comportamiento de un individuo
y de una colectividad, llegando a la conclusión de que si una persona va a
realizar un acto y se encuentra solo, su comportamiento es diferente a cuando
va a realizar ese mismo acto y se encuentra rodeado de otras personas. Afirma
que cuando somos muchos nos comportamos de manera diferente que cuando estamos
solos. Y esto vale también a diferentes episodios de violencia más o menos
espontánea, dentro de los cuales los linchamientos conforman un subtipo
especial.
Al
mencionar linchamientos (que significa la ejecución sin proceso legal por parte
de la multitud, a un sospechoso), los
sentimientos de injusticia impulsan a muchos a la acción extrema, aunque
su origen puede rastrearse al principio de la historia, la conceptualización
actual aparece en 1778 en Virginia, Estados Unidos, cuando el rico plantador
Charles Lynch lideró el asesinato colectivo de un grupo de detenidos que habían
sido absueltos por los tribunales de la acusación de conspirar contra las
fuerzas independentistas. Rápidamente popularizada, la expresión comenzó a
utilizarse para definir las masacres de negros por turbas de blancos
enardecidos durante la Guerra de Secesión.
Los linchamientos
tienen lugar bajo una fuerte sugestión de la masa. De repente se apodera de esa
masa de sujetos una impulsividad, movilidad e irritabilidad, que sin medir
consecuencias ni tomar ninguna dirección linchan o apalean a quien ha dado
motivo racional de haber ofendido a esta colectividad. Nace con una burla, un
grito, un asesinato, esta genera una furia en alguien, a la gente le parece un
hecho cómico, o una actitud ridícula de parte del hombre que discute con un
muchacho, el hombre que golpea a una mujer indefensa, o simplemente el que
huye, frente a un grito de ¡ladrón, ladrón!
Las multitudes
nunca piensan totalmente igual. La teoría del contagio nos explica porque
un grupo de persona que no piensa igual,
en un momento determinado puede ponerse
de acuerdo y realizar un hecho. Esta teoría llamada “BLUMER”, se define como la diseminación relativamente
rápida involuntaria y no racional de un estado de ánimo, impulso, o forma de
conducta. La teoría del contagio hace hincapié, en los aspectos no racionales
del comportamiento colectivo.
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